Una sílaba.
Un palabra
con poder escondido.
La pronuncié hace
dos años y vuelvo
a reafirmarla:
No.
No deseo tus ponzoñosos
besos.
No deseo tus palabras
sin sentido y valor alguno.
No deseo tus miradas
traicioneras.
No deseo nada
que provenga de ti.
Ya lo sabías
y ahora te lo
vuelvo a repetir.