Antes tus palabras eran verdad por siempre,
las atesoraba en mi corazón
y las creía sin dar lugar al atajo de dudas
que asaltaban de vez en cuando mi confiado corazón...
Eran como pequeñas perlas que
me transmitían todo lo que imaginé
Pero ahora las cosas han cambiado
y por más que quisiera volver a creer
en las palabras vertidas por ti, no puedo.
Es como que si mi corazón se negara
aún a escucharlas, a prestar oídos
a lo que tienes que decir.
Debo reconocer que la sombra de la duda
ha hecho nido en él y todo lo que sucede
es tamizado por su indiscutible presencia,
al final del día lo único que queda
claro es que no confío en ti,
ni en tus palabras que un día fueron
la verdad con la que me alimentaba.
Y aunque no lo creas, me duele
la actitud de mi corazón, pero no puedo
ir en su contra... no debo ir en contra suya.
Quedo entonces en una encrucijada,
el quererte creer como antaño lo hacía
y el no confiar de nuevo en ti.
No sé que camino tomar...
a lo mejor lo conveniente
será seguir alejándome de tu presencia
poco a poco, mientras todavía me quede
un poco de resabio de lo que yo creí
verdad un día.