leerte no me produce consuelo,
me hace ver que todo se difuminó.
Y envidio a las que ahora son
el depósito de tus caricias,
que escuchan tu voz,
a las que quieres...

Me muero de los celos,
me muero porque me digas
esas palabras dulces a mí...
Añoro los días en los que decías
que me querías, que me soñabas,
que me tenías en tus pensamientos...
Pero esos días terminaron, se fueron,
ya pasaron... Ya no estoy en tu vida,
me diluí, me olvidaste.
Pero yo no puedo hacerlo, las lágrimas
en mis ojos lo confirman, esas lágrimas
que ruedan mientras escribo el dolor
de mi alma, por leer lo que nunca me vas a decir a mí...
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