tratando de encontrar el camino
que le lleve hasta mi piel desnuda.
Recorre mi cuello describiendo
un camino de caracoles imaginarios
y termina suspendida tremulamente
en mis pechos, negándose a dar el salto
que le haga llegar a mi abdomen...
Se desprende y se une al río que baña
mi cuerpo, abriéndose paso hasta mis muslos
los que recorre con suprema delicia
hasta morir en mis pies desnudos...
Y en todo su viaje, desde ser una gota solitaria
hasta convertirse en torrente que baja por
mi desnudez silente, se convirtió en el amante
que recorre los lugares más recónditos de mi epidermis,
jamás así acariciada...

1 comentario:
Qué gota más atrevida, jeje...
una gota en el cauce de un pequeño rio desbordado en el mapa de tu cuerpo, wow! me gusta el escrito. Amaneciendo al día sin pudor.
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