lunes, 11 de febrero de 2008

Contándote.

Te tengo que contar que esa mañana estaba un poco triste.

Estaba alicaída y no había tocado mi librito de escribir en más de una semana. No tenía nada que decir o, más bien, estaba tratando de no escuchar las letras que querían saltar hacia mí.

Y de repente me encontré escuchando esta voz que me decía que podía contar contigo.

Dejé que las palabras llegaran hasta mi corazón, sin apuros, sin atascos, dejé que se enfilaran justo hasta mí, para que me alcanzaran, para que me tocasen.



¿Y sabes qué? Lloré. Me transportaste hasta ese mi mundo de ensueño y donde ya no había entrado… y las lágrimas se asomaron a mis ojos en respuesta a la ternura de tu corazón. Ese corazón poeta que tratas de ocultar pero que nunca lo has conseguido.

Y me quedé embelesada escuchando vez tras vez las palabras, regando con ellas mi árido corazón.

He hiciste la diferencia, mi día cambió, tocaste mi corazón y se alegró.

¡Gracias poeta encantado por compartir un poco de tu magia conmigo! Y que te he tomado la palabra… si te necesito silbaré… ¿Escucharás mi llamado?

No hay comentarios: