Me miras de lejos
y no te atreves a acercarte...
y sales huyendo.
Te llamo
y nunca contestas.
Trato de tocarte
y te escurres

por el primer escondrijo
que encuentras.
Es como si el
recuerdo de mis
manos sobre tu piel
hace que tus pies
corran en dirección
contraria a la que
me encuentro.
O como si los besos que
estampé en tus labios
logran dibujar huecos
en las paredes
por donde te vas
sin dejar rastro.
No quiero volver
a posar mis dedos
sobre tu piel desnuda
ni dejar que mis labios
sigan los caminos
desconocidos de tu espalda...
Sólo quiero encontrarme contigo
y sonreír como en los
días antes que hicieras
que me enamorara de ti
y antes que me perdiera
en tus pupilas...
Pero el miedo que me tienes
pesa más que la tibieza
de la amistad que puedo ofrecer.
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