¿Has visto la mirada de un niño cuando recibe un juguete nuevo?
¿Has visto como su rostro se ilumina mientras corre a recibirlo?
Pero… ¿has visto también como deja caer de su mano aquel juguete viejo que fue su compañero de juego por un tiempo?
¿Nunca te has preguntado lo que sucede en el juguete mientras su Amo lo suelta y choca contra el suelo?
Ven siéntate y te contaré.
En esa fracción de segundo entre el abrir de la mano del niño y el chocar contra el duro suelo, muchas cosas pasan por la mente del juguete desechado .
Primero no puede creer que ese agarre perfecto de la manita de su dueño, desaparezca de repente. Se sale de su comprensión que ya no sentirá ese contacto íntimo con la mano que le daba vida al jugar.
Luego, mientras está dando vueltas en el aire, imágenes de sus días felices ruedan en su imaginación. Sabe que fueron felices compartiendo aventura tras aventura, risas, alegrías, momentos en el que fueron uno. Momentos en los que mutuamente se dieron vida a través de la imaginación, en los que vibraron como un solo ser, unidos por la complicidad.
Pero luego viene el choque contra el inflexible suelo, ese golpe que hace estallar los recuerdos en miles de pedazos que no se unirán. Y es ahí donde el juguete viejo se da cuenta que una vez también él fue nuevo e hizo caer a otro contra el frío suelo. Pero ahora pasará a ser parte de la pila de juguetes olvidados y rechazados… aquellos juguetes que de vez en cuando vuelven a vivir por unos instantes, cuando la mano infantil les levanta y juega con ellos por unos instantes.
Pero el brillo de los ojos del niño ha cambiado ya no hay excitación, ya no hay deseo, ya no hay aventuras imaginarias que perseguir con el juguete viejo.
Y este se resigna entonces a vivir de recuerdos y de vivir momentos fugaces cuando el niño le saca de su oscuro y frío rincón al que pertenece ahora.
¿Cuál es la lección de esto? Que todos somos niños con juguetes nuevos y viejos. Todos somos, en algún momento, juguetes nuevos y viejos
¿Has visto como su rostro se ilumina mientras corre a recibirlo?
Pero… ¿has visto también como deja caer de su mano aquel juguete viejo que fue su compañero de juego por un tiempo?
¿Nunca te has preguntado lo que sucede en el juguete mientras su Amo lo suelta y choca contra el suelo?
Ven siéntate y te contaré.

En esa fracción de segundo entre el abrir de la mano del niño y el chocar contra el duro suelo, muchas cosas pasan por la mente del juguete desechado .
Primero no puede creer que ese agarre perfecto de la manita de su dueño, desaparezca de repente. Se sale de su comprensión que ya no sentirá ese contacto íntimo con la mano que le daba vida al jugar.
Luego, mientras está dando vueltas en el aire, imágenes de sus días felices ruedan en su imaginación. Sabe que fueron felices compartiendo aventura tras aventura, risas, alegrías, momentos en el que fueron uno. Momentos en los que mutuamente se dieron vida a través de la imaginación, en los que vibraron como un solo ser, unidos por la complicidad.
Pero luego viene el choque contra el inflexible suelo, ese golpe que hace estallar los recuerdos en miles de pedazos que no se unirán. Y es ahí donde el juguete viejo se da cuenta que una vez también él fue nuevo e hizo caer a otro contra el frío suelo. Pero ahora pasará a ser parte de la pila de juguetes olvidados y rechazados… aquellos juguetes que de vez en cuando vuelven a vivir por unos instantes, cuando la mano infantil les levanta y juega con ellos por unos instantes.
Pero el brillo de los ojos del niño ha cambiado ya no hay excitación, ya no hay deseo, ya no hay aventuras imaginarias que perseguir con el juguete viejo.
Y este se resigna entonces a vivir de recuerdos y de vivir momentos fugaces cuando el niño le saca de su oscuro y frío rincón al que pertenece ahora.
¿Cuál es la lección de esto? Que todos somos niños con juguetes nuevos y viejos. Todos somos, en algún momento, juguetes nuevos y viejos
1 comentario:
Bello mi Karlish... muy bello
Te quiero mucho
Publicar un comentario