miércoles, 26 de marzo de 2008

Imposible

Tarde de domingo bochornosa, marzo está haciendo de las suyas y sólo se antoja estar en medio de la montaña, sintiendo la frescura que se ha evaporado acá.


Me acuesto tratando de conciliar el sueño (talvés así escapo por un momento del calor), más no puedo. Tomo la revista que recién compré, pero no logro concentrarme en que los-animales-piensan-al-igual-que-usted.


Más no es el calor lo que me distrae de la lectura. No. Es una sonrisa traviesa, esa que se me dibuja, que me distrae cada vez que pienso en ese imposible.


He descubierto que pensar en eso se me ha hecho más común de lo que quisiera y cada vez que lo hago la sonrisa me delata y me condena.

Pero a pesar de lo mucho que me alegra pensar en esto, sé que es imposible llegar a verlo cumplido. Imposible, simplemente imposible.


Imaginar sendas desconocidas, lugares exóticos, mundos de ilusión es fácil. Sólo cierro mis ojos y ya estoy en ellos, pero la realidad es que no existen, al abrirlos estos desaparecen por completo.
Mencionar quedamente la palabra que detona la sonrisa, no la hace materializarce, sólo se queda suspendida ahí, en el aire, mientras lentamente se va desvaneciendo entre destellos iridiscentes.


Permitirme soñar más allá de las letras de esa palabra puede hacerme daño, por eso trato de controlar el aparecimiento de la sonrisa. Pero hay veces que se escapa, como si tuviese vida propia...

Objetivamente sé que sólo es una consecuencia de mi propia imaginación, que al final y al cabo es ahí donde vive y muere todo.

Silenciosamente voy aceptando la realidad de mis pensamientos y voy olvidando la parte que corresponde sólo al reino de la ilusión...

Ilusiones van y vienen, tengo que recordar son tan sólo eso: ilusiones y que al final terminan por desvanecerse entre mis manos.

Balancearme entre esa delgada línea, la que separa la realidad de la viva imaginación, es lo que debo hacer bien: sabiendo que no puedo cruzar el límite nunca, sino que debo contemplar las ilusiones desde el lado de la realidad.

Lección que aprendí desde siempre, a veces se me olvida o, mejor dicho, la hago a un lado. Pero es ahí donde mi cerebro debe terminar ganando la batalla contra mi corazón.

¡Ese corazón que sólo quisiera vivir de ilusión!


I M P O S I B L E ... esa es la nueva palabra que tendrá que aprender mi corazón, aunque calle y no pronuncie palabra!

martes, 25 de marzo de 2008

Noche Calurosa

El sol se ocultó mucho tiempo atrás y estoy ahora en mi cama, en medio de la tranqulidad de mi casa, todas duermen sin mayor sobresalto.


Hace calor y a pesar que el cielo está ennubado, no hay señales que alguna quiera soltar un poco de lluvia y así refrescarnos un poco.


Hace calor. Dan ganas de poder dormir afuera, al amparo de la luna llena, quien de vez en cuando se esconde juguetona tras una nube.


Si decidiera dormir fuera, utilizaría el cielo como sábana y me acurrucaría bajo él, un par de nubes me servirían de almohada y la luna sería la lámpara que me iluminaría tenuamente.


Y bordaría miles de sueños, todos ellos tachonados de estrellas; con los rayos de plata de la luna tejería delicadas historias; entornaría los ojos y me iría a mi mundo, a pintar de nocturnos colores mis letras.


Respiraría todas las fragancias que se entremezclan en el aire, elaboraría un dulce y delicado perfume con todos ellos y lo esparciría en toda mi piel.


Robaría un poco de polvo de estrellas y lo pondría en mi cabello, el cual sujetaría con un lazo trenzado con el suspiro de una joven enamorada.


Y me dormiría... me dormiría con una sonrisa en mis labios, sabiendo que la luna vela mis sueños.


Todo eso sucedería si durmiera fuera, bajo la luna y el cielo estrellado.

Medianoche

La oscuridad es completa, la noche ha hecho de la tierra su reino.


El silencio es perturbado únicamente por el ruido del viento entre las ramas y por unos perros que en la lejanía ladran a la oscuridad imperante.

Parece que el tiempo se ha detenido, que no transcurre. Es difícil creer que unas horas antes había bullicio... a esta hora todo está calmo, imperturbable.


Pareciera que la noche me invita a salir, a recorrer las quietas calles de mi ciudad... más me resisto, el miedo a lo inexplicable, a lo que no conozco es más fuerte que mi deseo de sentir a la ciudad dormida.


Me preparo para dormir mientras la noche sigue llamándome para adentrarme en sus entrañas y explorar así un mundo desconocido: mi ciudad a la luz de la luna...


Otra noche será... otra noche quizás atienda a su llamar.

lunes, 24 de marzo de 2008

Conversación íntima

He decidido hablar contigo nuevamente corazón.


Quiero mirarte a los ojos mientras contestas mis preguntas, deseo que digas toda la verdad, que me hagas tu confidente como tu lo has sido para mi.

Dime porque callas, porque ya no siento tu cadencia guiando mis dedos al escribir. Quiero saber lo que ha callado tu canción, esa que me dejabas escuchar para arrullarme, para hacerme estremecer de amor o para dejar que las lágrimas liberadoras surcaran mis mejillas...


¿Qué ha sucedido con tu voz? ¿Por qué ya no logro escucharla? ¿A caso he perdido ese lazo contigo? ¿Será que te he traicionado?


No comprendo tu silencio, no logro descifrarlo, no veo la razón subyacente, se me esconde, se me pierde en la neblina de la soledad.


Y ante este cuestionamiento no me dejas ver tu rostro, miras hacia otra parte, mientras tus labios permanecen sellados y no pronuncian palabra alguna, me dejas en este silencio que me envuelve, que me abraza, que me traspasa y que me hiere.


¡Corazón, por favor, vuélveme a hablar, vuélveme a cantar, vuelve a hacerme soñar! ¡No me dejes sin tu voz, sin tu compañía, sin tu guía y tu sabiduría!

No puedo 2

Una página en blanco y un lapicero eran suficiente estímulo para que mi mano tomase al segundo, haciendo que miles de flores negras se dibujaran sobre la nívea superficie del primero.
Hoy mi mano toma el lapicero pero esta no encuentra la manera de poder escribir algo por nimio que esto sea.
Me quedo sin saber que hacer, sin nada que contar, no escucho más a mi corazón quien ha callado su voz.
Y el silencio es tan profundo que ni siquiera puedo escuchar el sonido de mi suspirar...

Cuéntame

Salgo al jardín y veo el cielo nocturno. Miles de estrellas titilan allá arriba, como si charlaran las unas con las otras. La luna regente brilla tenuamente, como si fuera una tímida damisela que se ruboriza cuando le dirigen la mirada.


Me siento bajo el árbol de marañón entre cuyas ramas se escurren los imperceptibles rayos de la luna, como queriendo jugar con las tiernas hojas, mientras las estrellas siguen en su conversa eterna.


Miro fijamente a la luna, esa que otras veces me ha embrujado con su encanto, que me ha bañado con sus rayos de plata, pero que ahora parece estar quieta y queda.


Me pregunto si tu estás viendo esta misma luna y si ella está conversando contigo, contándote cuentos milenarios, de esos que nunca acaban pero que te embelesan palabra tras palabra.


¿Estarás hablando con ella? ¿Estás dentro de ese mundo que no conoce el tiempo ni el espacio?

Por un momento mi mente es cruzada por un pensamiento de locura: ¿Y si la luna fuera nuestro puente de comunicación? Me imagino hablándote a través de ella, haciendo que mi voz te alcanzara, allá, del otro lado donde tu estás y donde yo no puedo llegar, y así pedirte que me cuentes ese cuento que la luna ya te ha dejado saber, ese que sólo te pertenece a ti y que nunca lo has contado. Esa historia milenaria que tan celosamente guarda la luna pero que te lo ha confiado a ti, su eterno acompañante, esa historia que te ha conferido el aire misterioso de la luna misma.


Y yo me quedaría por horas escuchándote, sin moverme y conteniendo el aliento, viajando de tu mano a países maravillosos, a paisajes desconocidos, encontrándome con personajes encantados y percibiendo fragancias jamás conocidas.


Te escucharía atentamente, bebiendo ávidamente cada una de las palabras que salieran de tus labios soñadores, conociendo ese mundo secreto al que perteneces. Pero sobre todo, lo que más me emocionaría es el irte conociendo poco a poco... sin prisas, sin miedos...


Una nube oculta momentáneamente a la reina de la noche y me hace volver a mi realida: esa en la que no te puedo alcanzar para conversar.


Pero la pregunta ronda en mi mente mientras regreso a mi habitación: ¿Me cuentas ese cuento, por favor?

viernes, 14 de marzo de 2008

Lluvia

Gota tras gota el cristal de mi ventana se va mojando. Una a una van formando pequeños ríos que bajan sin prisa por el vidrio.




Mi pierdo en el sonido de la lluvia y mi mirada no deja de observar como las gotas desparecen al unirse con otras. La canción acuosa me va arrullando, entorno los ojos y pienso en tí.




Mientras mi piel percibe la frescura que impregna la noche en mi imaginación no estoy aquí. Estoy allá... contigo, contemplándote en silencio, sin moverme para que no se difumine tu presencia.




Quisiera aproximarme, tocarte, comprobar que eres real, pero quizás eso haría que huyeras, que te fueras aún de mi imaginación antes que mi mano llegase hasta ti. Por eso mejor no me muevo, no hago real mi presencia ante ti, desde mi rincón te observo y envidio a las estrellas que te iluminan tenuamente y te hablan en susurros.




La lluvia ha comenzado a disminuir, el golpeteo de las gotas lentamente va disminuyendo, los ríos se van deshaciendo de la superficie de la ventana.




Abro los ojos, regreso a la realidad, el viaje terminó... pero aún sigo añorando el poder escuchar tu voz y conversar de todo y nada, en tranquilidad... junto contigo.