Todo esté quedando
solo, sin ningún objeto
que recuerde nuestra presencia.
Ahora se escucha el
eco de los pasos en
los pasillos y en los
cuartos desolados.
Llegó la hora de decir
el primer adiós,
el adiós a la casa que
me cobijó por más
de una década...
Oculta secretos que
sus paredes guardan
celosamente, son
confidentes leales
que nunca revelerán
palabra alguna...
Esta casa ahora
sólo está llena de memorias
que nunca serán contadas,
pero que han quedado
grabadas con fuego
en las memorias de los
que pasamos por acá
aunque sea por un breve
período.
Y este es sólo mi primer adiós,
luego tendré que afrontar
la verdadera despedida,
aquella de la que ahora ya
no hay marcha atrás.