observo la senda
que he andado.
Noto como me
desvié de la senda
que se me había trazado,
en la noche que te besé.
Me escapé del camino
y me fui tras tu espejismo,
perseguí un fantasma
que se diluyó en la
bruma de la indiferencia.
Y me quedé buscando
el camino de regreso a casa,
pero el velo del dolor
era demasiado espeso
y no me dejaba ver
el sendero abandonado.
Hubo momentos en los que
parecía que los besos
pasados ardían en mis labios,
produciendo un sufrimiento
que no había tenido jamás.
Y en mis dedos surgían
las quemadas que tu piel
les produjo cuando
ilusamente te acariciaban...
Nada del amor sobrevivió,
se convirtió en cenizas
que el viento esparció
en sus invisibles veredas.
Sólo el dolor de haberte amado
reinaba en mi corazón,
un dolor continuo que parecía
no tener jamás final,
porque te esfumaste
sin despedirte ni avisar
que nunca más te volvería
a encontrar...
Y quizás eso era lo que más
reclamaba mi corazón,
que no era justa tu partida
no anunciada cuando avisaste
tu llegar. Pero no me diste
opción de poder contar
mi historia con un cierre,
la dejaste abierta mientras
dabas inicio a otro
capítulo en tu vida.
Y quiero contarte que en el
proceso de volver a zurcir
mi roto corazón, me caí muchas
veces y sentí que no iba a
poderme levantar, pero
lo hice, la prueba es que
estoy aquí...
Otras veces la aguja de la
desesperanza se me clavaba
en lo más recóndito de mi
alma, pero aprendí que es
mejor dejar que ella sola
se desprendiese para que no
me rasguñase más todavía.
Algunas ocasiones las
lágrimas mojaban mis
pisadas en la oscuridad,
pero el sol de la amistad
las secaban en el
amanecer siguiente...
Y de pronto me encontré
en el camino que había dejado
atrás, ese que me conforta
y que está tachonado de estrellas
que titilan en la oscuridad,
donde las tardes se iluminan
con destellos de colores lilas
y rosáceos mientras el sol
se despide de mi.
Y estoy bien, mi alma
está en paz y tu ya no
levantas polvaredas
al pasar.
Tardó, sí, es cierto.
Pero esta es la realidad:
Fuiste un error en mi vida
pero al mismo tiempo
una valiosa lección:
nada que te haga
dejar el camino que se te
ha trazado va a ser real,
sino solamente una quimera
que luego pasará.